jueves, 6 de marzo de 2014

"El Género chico" según Jackson Veyán




José Jackson Veyán
En muchas ocasiones, los seguidores del blog habréis oído que Jackson Veyán fue un representante del “género chico”, del teatro por horas, sea de declamación o lírico,( por contraposición al género grande , ya sea la obra teatral en tres actos o la Zarzuela), que tuvo su momento del esplendor en la década de los 90 del siglo XIX . Son muchos los libros que se encargan de definirnos que es el género chico, pero hoy traigo a colación un artículo de Jackson Veyán recopilado en el libro “Prosa Vil”  ( hacia 1890) en el que nos da su propia impresión sobre el tema.

“El Género Chico
 Se impuso en el teatro y dividió al público en cuatro secciones, a sesenta minutos por función. Como se ve, el género chico empezó dando la hora. Travieso como todos los chicos, le echó la zancadilla a su hermano mayor, y rodó por el suelo el arte grande, no sin que levantará de cuando en cuando la cabeza, suspirando en un drama sus desventuras, o resolviendo a su modo, en una alta comedia, el problema social más laberintico y peliagudo.
Bastante tiene uno con resolver el problema de los garbanzos para meterse en otras resoluciones, que después de todo le tienen al público sin cuidado.
A la tercera representación de un drama o de una comedia aplaudida, no va  nadie a verlos, salvo rarísimas excepciones.
Y se comprende. Comer deprisa y corriendo para llegar al teatro a la ocho y media en punto, y soportar tres o cuatro horas de lágrimas y de sollozos sentado en una butaca , es muy molesto.
Bastante desazones tiene cada quisque en el seno de su hogar, para que tenga que apesadumbrarse con las falsas amarguras de seres imaginarios, y le cueste el dinero encima.
Sobre todo los dramones de capa y espada, son los que andan más de capa caída.
Eso de ver relucir a cada momento los vengadores aceros, impresiona mucho a un público recién vacunado.
¡Cómo que todavía le escuecen las estocadas médicas!
El género chico, burlón y desvergonzado, cómodo y barato, es lo que priva y privará por muchos años.
Primera y segunda hora, para los matrimonios honrados, hijas de familia y señoras de peso.
Tercera y cuarta, para los viudos sin hijos, estudiantes desaplicados y señoras ligeras. (1)
Es un género que tiene funciones para todos los gustos a setenta y cinco céntimos de peseta, si no es estreno, en cuyo caso las empresas suelen vender a  los revendedores y los revendendores reventar al parroquiano, Dios y el gobernador mediante.
Respecto a lo que la moral padezca por deficiencias del arte dramático, opino que es una solemne tontería.
El teatro no es ni ha sido nunca la escuela de las costumbres.
Allí ninguno va aprender nada, porque ninguno reconoce su vicio al verlo en escena, y todas las censuras piensa que van dirigidas al que ocupa la butaca de al lado o el placo de enfrente.
El teatro es una diversión honesta, siempre que no se apague la luz eléctrica y las filas de butacas tengan la separación conveniente y los transeúntes no se enreden entre piernas de los sentados.
Hay autores grandes que miran con cierta indiferencia a los autores chicos, peo no encuentro motivo para ello.
D. Ramón de la Cruz, desarrollando un pensamiento en las cuatro páginas de una sainete, es para mí tan digno de estima como Bretón de los Herreros llenando páginas enteras para delinear un asunto, acaso más trivial y reducido que el del sainete.
Asuntos para dramas se encuentran en todas partes.
El marido que es engañado por su mujer.
El albañil que se cae de un andamio y deja cinco huerfanitos sin pan…
Encontrar notas cómicas y chistes cultos es más difícil. Como que la tristeza abunda más que la alegría, y nos la tropezamos en cada esquina.
No hay duda de que hoy se pide más que ayer, y a la pieza o zarzuela en un acto, como constituye función, se la exigen todas las condiciones de una obra grande.
La exposición, el nudo y el desenlace están marcando los tres actos, y a cada uno se le puede dar lo suyo; pero en un sólo acto es difícil bosquejar caracteres, desarrollar el plan y buscar cuatro o cinco situaciones musicales, de las cuales deben repetirse dos o tres por lo menos.
Casi todos los autores nacen llorando.
Quiero decir que casi todos se arrancan por lo jondo, y  sus primeros pinitos son dramáticos.
Como que darle un disgusto al público es la cosa más fácil del mundo.
Hago que le toque la lotería al traidor, o meto preso al protagonista que es un horrado fabricante de quesos, y ya tiene usted a los espectadores haciendo pucheros.
"¡Madre mía!...” ”¡Hijo de mi corazón!”.
Esto lo dicen la dama y el galán joven momentos antes de subir al cadalso, y no hay corazón que no se retuerza, sobre todo si es un corazón paraíso (2).
Del melodrama no hablemos.
Los graciosos se escriben solos. Después de una situación de llantos y tribulaciones, la zanganada más necia resulta un chiste.
Del género chico no condeno más que eso que hemos dado en llamar Revistas políticas o impolíticas, de cuyos delitos me arrepiento con toda mi alma.
¡Yo he hecho currelar y he sacado de titiriteros a Cánovas y Sagasta!
¡Yo también he metido a Castelar en una jaula disfrazado de loro!
La familia y mis poco años tuvieron la culpa de mis crímenes de la escena, pero conste que la  obra en un acto no es tan fácil como algunos se piesan.
En dos semanas me escribí yo un drama en tras actos con quintillas nerviosas y muertes violentas, que pone los pelos de punta.
Advierto a ustedes que no se lo leo más que a mis enemigos, y me voy librando de ellos poco a poco.
La vida es corta y todo tiene que ir achicándose.
Los artistas no son muy grandes, las obras son chicas y los empresarios también unos buenos chicos.
El género grande  apenas puede sostenerse, y no cuenta con media docena de compañías.
Aunque pese a muchos, el género chico sí que es un género que no pierde.


José Jackson Veyán

(1)          De esas funciones, la más famosa sin duda fue “la cuarta del Apolo”.
(2)         En el argot teatral el paraíso o gallinero  es el conjunto de gradas escalonadas en la parte superior del teatro, que se corresponde a las entradas más baratas.