Gregorio Martínez Sierra |
Si habéis leído el título de la entrada muchos os preguntareis ¿Pero quién
era Gregorio Martínez Sierra?, yo la primera vez que me interesé por él fue hace muchos años,
allá por el año 94 cuando Garci estrenó la película “Canción de cuna”, basada
en una de las obras de Martínez Sierra; posteriormente me fue llamado la atención su historia vital, o mejor dicho
sus relación con las mujeres: su primera mujer María de la O Lejárraga (1), de
la que se dice que escribió algunas de
sus obras , incluso después de separados, y sus relación sentimental con la actriz Catalina Bárcena , ( de actualidad
por la reciente venta en subasta en
Londres por alguno de sus herederos de parte del vestuario que tenía depositado
en el Museo del Teatro - http://www.abc.es/estilo/gente/20121117/abci-heredero-catalina-barcena-vende-201211162058.html).
Pues bien, siguiendo el Diccionario de la Zarzuela de Casares Rodicio, Gregorio
Martínez Sierra, nació en Madrid en 1881 donde falleció el 1 de octubre de
1947. “Dramaturgo y director teatral. Su primera y casi exclusiva vocación fue
el teatro, tanto en la línea de creador como la de director y fundador de compañías.
Su primera actriz predilecta fue Catalina Bárcena, quien estrenó la mayor parte
de sus obras dramáticas. Parece probado que algunas de sus obras fueron en
realidad escritas por su mujer, María de la O Lejárraga, lo que explica esa característica
femenina que los críticos han apreciado en la mayoría de sus obras. En el
género lírico dejó títulos tan importantes como las dos versiones de Las golondrinas, primero zarzuela y después
ópera, con música de Usandizaga. Los compositores más ilustres como Falla,
Turina, Vives, Gimenez, o María Rodrigo escribiero partituras para sus obras, y
a menudo trabajo en colaboración con otros autores.
La relación de Jackson Veyán con Gregorio Martínez Sierra comenzó en la adolescencia
de éste último, allá en Carabanchel Bajo donde Jackson Veyán a finales del Siglo XIX estuvo destinado
como Jefe de la Estación telegráfica , pero dejemos que sea el propio Martínez
Sierra que nos cuente como se conocieron en el Prólogo del libro de poemas de Jackson
Veyán “buñuelos de Viento” ( 1913):
PRÓLOGO
El autor de este libro, grande amigo mío, ha
tenido la humorada de pedirme que le ponga prólogo, jurándome que la virtud de
una cuantas palabras mías, a la cuales él atribuye , no sé por qué , gracia
taumatúrgica, han de asegurarle la buena ventura.
Claro es que, aunque él me lo
asegura, yo no lo creo, y me parece la amable pretensión no más ni menos que un
capricho. A un capricho no he sabido ni he querido negarme nunca, y ahí van la
palabras, que ojalá sean realmente mágicas y aseguren la venta del volumen por
miles y aun millones de ejemplares en España y en todas su ex Indias.
José Jackson Veyan |
Como ustedes ven, se trata de
versos, y estos versos tiene para mí un casi perdido aroma de infancia. Cuando yo era chiquillo, mi
familia tenia el fementido gusto de llevarnos a veranear al feísimo y
maloliente Carabanchel Bajo. Allí, a bien pocas manzanas de distancia,
veraneaba también-¡parece mentira, siendo poeta!-el señor Jackson Veyán con sus
no sé si, a la sazón, doce o catorce hijos. Y yo que , por entonces, comenzaba
a andar en tratos con las musas y soñaba en conquistar laureles más o menos
dramáticos y triunfar en el Apolo escribiendo un estupendo papel para Carreras,
miraba con envidia y admiración al caballero grueso, rubio, de buen porte y de
mejor humor, autor aplaudidísimo de ¡Al agua…patos! y de Chateau Margaux.
Además de haber rimado tantos
versos y haber escrito tantas zarzuelas, el caballero de buen humor tenía una
cuantas hijas muy lindas, cuyos doce, catorce, acaso diez y seis o diez y siete
años podían soñar los míos quince, desaforadamente románticos. Además, y sobre
todo, el autor aplaudido y consagrado sabía que yo hacía versos, y en lugar de
mirarme por encima del hombro y burlarse de mis ilusiones, me trataba con
amabilidad, y hasta con cierta sombra de compañerismo, y me hablaba de arte.
¡Sí, señores; camino de Carabanchel, en un tranvía que por entonces aún era de
mulas, en tardes calurosas y empolvadas, el autor de Las Zapatillas y un
humilde servidor de ustedes, discutíamos problemas trascendentales para la
dramaturgia española, y nos comunicábamos nuestra mutua admiración por
Shakespeare!.
Porque, aunque muchos que están
acostumbrados a reír a compás de la retozona inspiración de Jackson les parezca
mentira, él es un apasionado del arte serio y de lo muy dramático con
preferencia. Asegura que otros muy distintos hubieran sido los senderos de su
labor total a no haber tenido tantos hijos, que todos sus deseos y todo su instinto
le llevaban al drama, y que está convencido de que en la emoción hubiera
conseguido sus triunfos mayores. Yo así lo creo, no sólo porque él lo afirme,
sino, porque su gran corazón responde de lo sinceras que hubieran sido sus
corazonadas en el arte, y ya es sabido que la sinceridad es la mejor garantía
de triunfo para un artista.
La vida, que es la mejor de sus obras,
ha llevado a este hombre por caminos de labor ímproba y constante: ha trabajado
como pocos, ha producido a toda prisa, negándose a sí mismo por amor a los
suyos. Ha tenido triunfos resonantes y sólidos, ha ganado fama y dinero; no ha
tenido enemigos, y no se ha dejado amargar el alma por los reparos y distingos, a veces desatentos, de la crítica.
Su vida es un ejemplo de energía constante y de salud espiritual. No cabe negar
que este hombre es poeta, porque el grano de sal de la poesía le ha servido
para que tantísimas batallas no le corrompan las oraciones.
De los versos reunidos en este
volumen no quiero decir al lector, sino que los lea. Un prólogo no tiene motivo
para ser una artículo crítico. Todos son íntimos, cordiales, fáciles y
graciosos: los hay de inspiración verdaderamente sentida, los hay de profundo y
amargo sentido de vivir. Son como autobiografía rimada y palpitante. Creo firmemente
que el poeta nos muestra en ellos lo mejor de su personalidad, y que no habéis
de arrepentiros de haber vuelto la hoja.
G. MARTINEZ SIERRA
María de la O Lejárraga |
(1)
(1) Para los que os ha picado la curiosidad con la
vida sentimental de Gregorio Martínez Sierra os recomiendo que leáis algo sobre la vida sus “mujeres” ,
respecto de María de la O Lejárraga, os puedo
anticipar siguiendo la Diccionario anteriormente citado que nació en
San Millán de la Cogolla en 1874 y murió en Buenos Aires en 1974, escritora,
llego a ser Diputada en la época de la República
y activa feminista, traslado su residencia en su infancia a Madrid más concretamente a
Carabanchel, donde conoció a Gregorio Martínez Sierra con el que se casó; ambos se inscribieron
en el modernismo y participaron activamente en las luchas de este movimiento
con el de la Generación del 98. Empezaron a escribir sus primeras obras en colaboración
pero siempre bajo el nombre de Martínez Sierra. Gregorio, fundó la una importante iniciativa teatral Un teatro
de arte en España, parecida a La Barraca
de García Lorca. El matrimonio propició tertulia literaria de gente del teatro,
música y pintura, en la que participaban entre otros, Ruisiñol, Benavente, Juan Ramón Jiménez ( del que se insinúa por las cartas que se conservan que mantuvo
una relación más allá de la amistad con María), Pablo Luna, Turina, Los Álvarez
Quintero……
Martínez Sierra, Catalina Bárcena, Eduardo Marquina , Sigfrido Bruman |
El Estado adquirió el archivo documental de Gregorio Martinez sierra y Catalina Bárcena que se conserva en el Museo del Teatro.