En nuestra familia hablamos de nuestro “humor inglés”, claramente heredado y del que era máximo exponente Jackson Veyán. Jackson tenía fama de tener muy buen humor y son muchas las anécdotas que se cuentan de él. En esta ocasión, transcribo la que recoge el actor Enrique Chicote en su obra “Cuando Fernando VII gastaba paletó” :
“Viene a mi memoria una anécdota: Tenía la costumbre de fingir en broma ser un hombre terrible; siempre hablaba como Tenorio, de sus victimas, de las bofetadas que había pegado, de las personas que había matado, de que llevaba en los bolsillo pistolas y puñales, de que usaba a diario bastón de estoque. Hay que advertir que era incapaz de matar una mosca. En cuanto llegaba al teatro preguntábamos:
-¿A cuántos ha matado hoy?
-Nada más que a un aguador que me ha tropezado con la cuba que llevaba la hombro. Me he cegado. Ocho puñaladas, ocho.
A los pocos minutos, Jackson, que se dormía en la punta de una sable, dormía como un bendito.
En una ocasión salíamos del ensayo, y como era algo pitosillo nos hizo entrar en la taberna que hace años estaba establecida en el callejón de Preciados, esquina a la calle del mismo nombre. Nos sentamos y Jackson empezó con sus bromas de siempre: “¡Aquí está el hombre más valiente de Madrid¡ El que se atreva a mirarme le atravieso con mi estoque como atravesaron la perro Paco. ¡ A ver si hay quien se atreva conmigo¡. Como en la taberna le conocían, le reían las gracias; pero un tío mal encarado, nuevo en la plaza, con el chato en la mano se revolvía inquieto al escuchar a aquel Roldan, y no pudiendo más se acerco a nuestra mesa y exclamó:
-¿Es usted valiente?
-Servidorcito- contestó Jackson, pensando que era una broma.
-Pues a usted le mojo yo las narices.
A Jackson le molestaba mucho que le hablaran de las narices, pues las tenía algo desarrolladas y de color escarlata. Contestó con tono agresivo:
-¿Usted? Usted me moja a mí…
Yo no entendí bien claramente lo que dijo; el caso es que el valiente de oficio le arrojó a la cara el contenido del vaso. Sentir la mojadura Jackson y reaccionar todo fue uno. Algún lector creerá que se ganó una paliza. Pues no, señor. Como era muy fuerte, pues tenía un bíceps de luchador, le cogío al valiente por el cuello con ambas manos y apretó, apretó…Faltó muy poco para que aquella ocasión fuera verdad lo de que había matado a un hombre. Todos los que presenciamos la escena hicimos un verdadero esfuerzo para que le soltara y allí quedo tumbado el guapo, que había salvado la vida por milagro. Jackson decía muy tranquilo
-Hubiera sentido hacerle daños, porque me ha sido muy simpático.
Y Arniches exclamó:
-Desde hoy, cuando colaboremos, tu parte es la mejor y la que tiene más gracia. ¡Cualquiera te lleva la contraria¡¡Que bruto¡
Jackson era autor de muchos chistes que andando los días han corrido de boca en boca perdiéndose noticias de su origen. En una ocasión tuve que ser su fiador para salir de la Delega [se refiere Chicote a la Delegación, el equivalente a nuestras actuales Comisarías]. Había ido a declarar no se qué y al preguntarle el Delegado con bastante mal humor, porque tenía mucho sueño, su nombre, Jackson contestó:
-Pues no losé, no estoy seguro. Me llaman José pero cuando estornudo m dice ¡Jesús¡.
Al Delegado le sentó el chiste como un golpe en la espinilla.”
“Viene a mi memoria una anécdota: Tenía la costumbre de fingir en broma ser un hombre terrible; siempre hablaba como Tenorio, de sus victimas, de las bofetadas que había pegado, de las personas que había matado, de que llevaba en los bolsillo pistolas y puñales, de que usaba a diario bastón de estoque. Hay que advertir que era incapaz de matar una mosca. En cuanto llegaba al teatro preguntábamos:
-¿A cuántos ha matado hoy?
-Nada más que a un aguador que me ha tropezado con la cuba que llevaba la hombro. Me he cegado. Ocho puñaladas, ocho.
A los pocos minutos, Jackson, que se dormía en la punta de una sable, dormía como un bendito.
En una ocasión salíamos del ensayo, y como era algo pitosillo nos hizo entrar en la taberna que hace años estaba establecida en el callejón de Preciados, esquina a la calle del mismo nombre. Nos sentamos y Jackson empezó con sus bromas de siempre: “¡Aquí está el hombre más valiente de Madrid¡ El que se atreva a mirarme le atravieso con mi estoque como atravesaron la perro Paco. ¡ A ver si hay quien se atreva conmigo¡. Como en la taberna le conocían, le reían las gracias; pero un tío mal encarado, nuevo en la plaza, con el chato en la mano se revolvía inquieto al escuchar a aquel Roldan, y no pudiendo más se acerco a nuestra mesa y exclamó:
-¿Es usted valiente?
-Servidorcito- contestó Jackson, pensando que era una broma.
-Pues a usted le mojo yo las narices.
A Jackson le molestaba mucho que le hablaran de las narices, pues las tenía algo desarrolladas y de color escarlata. Contestó con tono agresivo:
-¿Usted? Usted me moja a mí…
Yo no entendí bien claramente lo que dijo; el caso es que el valiente de oficio le arrojó a la cara el contenido del vaso. Sentir la mojadura Jackson y reaccionar todo fue uno. Algún lector creerá que se ganó una paliza. Pues no, señor. Como era muy fuerte, pues tenía un bíceps de luchador, le cogío al valiente por el cuello con ambas manos y apretó, apretó…Faltó muy poco para que aquella ocasión fuera verdad lo de que había matado a un hombre. Todos los que presenciamos la escena hicimos un verdadero esfuerzo para que le soltara y allí quedo tumbado el guapo, que había salvado la vida por milagro. Jackson decía muy tranquilo
-Hubiera sentido hacerle daños, porque me ha sido muy simpático.
Y Arniches exclamó:
-Desde hoy, cuando colaboremos, tu parte es la mejor y la que tiene más gracia. ¡Cualquiera te lleva la contraria¡¡Que bruto¡
Jackson era autor de muchos chistes que andando los días han corrido de boca en boca perdiéndose noticias de su origen. En una ocasión tuve que ser su fiador para salir de la Delega [se refiere Chicote a la Delegación, el equivalente a nuestras actuales Comisarías]. Había ido a declarar no se qué y al preguntarle el Delegado con bastante mal humor, porque tenía mucho sueño, su nombre, Jackson contestó:
-Pues no losé, no estoy seguro. Me llaman José pero cuando estornudo m dice ¡Jesús¡.
Al Delegado le sentó el chiste como un golpe en la espinilla.”
Nota: La fotografía , en la que se observa los "terribles biceps" de Jackson, he de agradecesersela a mi tia Pilar y mi primo Olallo.
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