lunes, 30 de abril de 2012

COLEGIO DE LOS ESCOLAPIOS DE GETAFE




Leo hoy, en la edición impresa del diario ABC, un artículo dedicado al Colegio de la Inmaculada, Escuelas Pías de  Getafe que cumple 275 años; y viene a mi memoria  unos versos publicados el 8 de marzo de 1891 en la Ilustración Española y Americana,   que Jackson Veyán, cuyos hijos  eran alumnos  del colegio ( imagino por el año que Arturo y Pepe) , dedica al Padre Rector  Pompilio Díaz y que paso a reproducir





EPÍSTOLA.

A MI C A R I Ñ O S O A M I G O  E L  R. P . D .  P O M P I L I O D Í A Z,

RECTOR DEL COLEGIO DE ESCOLAPIOS DE GETAFE.


Debo una carta y quiero que se cobre:
En cuanto quedo en paz, feliz me encuentro.
Para mis hijos guardo un beso dentro ....
¡Que no se escape al desgarrar el sobre!

Hora es ya de que un vate trasnochado
Al sabio ilustre contestar se digne.
¡Paz y salud al Escolapio insigne!
¡Gloria y honor al orador sagrado!

¿Ilustrar con su ciencia incomparable
Á esa chiquillería revoltosa?
¡Esa es la caridad más generosa!
¡Esa es ya la virtud más envidiable!

Convertir en un hombre el débil niño;
Darle leyes humanas y divinas,
Sin palmetas ni duras disciplinas,
¡Con la sola influencia del cariño!

¡Eso es servir á Dios! Pasar la vida
Al humano progreso consagrado,
Siempre de la inocencia rodeado,
Siempre con la ignorancia en lid reñida.

No extraño que mis hijos le veneren.
Por afecto á los libros se sujetan.
Obedeciendo, prueban que respetan:
Besándole, demuestran que le quieren.

Beso inocente que mis penas calma
Y en el que toda mi esperanza fío:
Si al verme ayer, gritaron: «; Padre mío!»
Dicen al veros hoy: «¡Padre del alma!»

Y cuando sufro sed abrasadora
De sus caricias, sin temor me digo:
«Tienen allí los brazos de un amigo;
¡ Hay otro padre allí, que los adora!»

¡Elevada misión la de la Ciencia
Y santo ejemplo el de la fe bendita!
¡Al cerebro llevar la luz finita,
Y darle eterna luz á la conciencia!

Llevar de la razón al santuario
De la fíSica ley la clara historia.
¡Llevar al alma el resplandor de gloria
Que alambró la epopeya del Calvario!

Donde el saber acaba, Dios empieza:
La materia en espíritu se muda.
¡Qué triste sabio el que, sabiendo, duda!
¡Feliz el sabio que, sabiendo, reza!

¡Salud, noble Rector y amante amigo
De esos pequeños que á la ciencia guía!
¡Dar mis hijos es dar el alma mía,
Y el dulce instante en que os los di bendigo!
Febrero 1891.


JOSÉ JACKSON VEYAN.

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