En el siglo S.XIX, comenzó a
ponerse de moda que las familias aristocráticas reuniese en sus salones a los más notables representantes de la
literatura y el arte, estas reuniones o fiestas conocidas por “salones literarios”
era impulsados por damas , destacando
las organizadas por la Condesa de
Montijo, la viuda de Velle o la Duquesa viuda de Rivas, a ellas acudían eminencias de la pluma y el papel, y secuela
natural de esas reuniones fue la costumbre establecida entre las damas y que se
mantuvo en las primera décadas del siglo
XX de poseer álbumes y abanicos con versos de poetas y pensamientos en
prosa. Jackson Veyán no escapa a esta
costumbre y el mismo relata como es
“acosado” para dejar unos versos, “un pensamiento al vuelo”, una impresión
en el álbum de alguna jovencita o en el
abanico de alguna señora. Son frecuentes
los versos publicados por Jackson Veyán en numerosas revistas, bajo el título “En el abanico de…”, “En el
álbum de….”,“ notas al aire” dedicados
muchos de ellos a señoras de sociedad, a
actrices y tiples conocidas y a las
hijas o esposas de algún compañero , como la mujer de Carlos Arniches.
Hará unos cinco años, localicé un
anuncio de una almoneda del centro de Madrid, donde ponían a la venta un
abanico con unos versos de José Jackson que llamó mi atención y decidí
comprarlo pese a que las fotos eran poco
claras. Cuando fui a recogerlo a la tienda me informaron que el abanico lo había vendido una señora
que manifestó que era sobrina de un músico ( sin más explicación) y que el
abanico le había pertenecido a él. El abanico, es una abanico Pericón (de
grandes dimensiones), pintado a mano sobre seda negra con las varillas de
nácar, y en el reverso también pintado a mano los versos de Jackson Veyán.
Lástima que aunque lo lleve a restaurar a varios sitios no quisieron hacerlo
por lo costoso en horas por su mal estado.
Detalle Abanico dedicado a Teresa |
Al abrirlo y leer los versos no
tuve duda que ese abanico había estado en casa de Federico Chueca, y que los
versos estaban dedicados a su mujer Teresa.
Ya en otras ocasiones he aludido a la amistad de José Jackson Veyán y
Federico Chueca, como era habitual en Jackson, casi todos sus hijos tenían algún padrino conocido y Federico Chueca no
iba ha ser menos, así que fue el padrino de pila de Federico Jackson Pérez y
desde entonces Jackson y Chueca, no sólo fueron buenos amigos y colaboradores
sino “compadres”. Es tal la amistad con Chueca, que aunque algún biógrafo del
músico desconozca el dato, en el cortejo
fúnebre de Chueca que fallece en 1908 la prensa se hace eco:”...en la
conducción del cadáver, ha llamado poderosamente la atención las suntuosas y
artísticas coronas que le han dedicado su desconsolada esposa, sus sobrinos, su
amigos Loreto y Chicote, Jackson Veyán…”, quien también ocupa un lugar de honor
junto a López Silva en el palco de autoridades cuando el Ayuntamiento de Madrid
descubre la placa en honor a Chueca en el nº 104 de la Calle Alcalá (donde
vivía).
Chueca y su esposa Teresa |
Pero ahí van esos versos que yo creía inéditos, pues no los había localizado en ninguna revista ni libro de poemas, lo que me extrañaba pues en Jackson era habitual publicarlos posteriormente, lo que lógicamente aumentaba el placer de la dama a la que iban dedicados. Esta mañana los he localizado finalmente en una revista femenina de la que era colaborador habitual “La Moda Elegante” de 6 de abril de 1891.
A TERESA
De mi audacia y mi valor
yo mismo me maravillo
¿Dónde hay descaro mayor
que profanar un pardillo
la jaula de un ruiseñor?
Compañera amante y fiel
estas Teresa muy hueca
con tu artístico laurel
¿Cantar en casa de Chueca?
¡No hay quien cante
después de él!
Tienes de tu Federico
el genio fecundo y rico
Yo de notas no soy muy
diestro
y delante de un Maestro
un aprendiz cierra el pico
Esposa digna y amada
se refleja en tu mirada
la bondad dulce y serena
¡Nadie como tú tan buena!
¡Nadie cual tú,
afortunada!
De la dicha conyugal
la melodía respeto
porque me parece mal
que turbe con un terceto
vuestro dúo celestial
Da triste pena al olvido:
¡Llene el placer tu
memoria
y canta dentro del nido
radiante de amor y de
gloria
con tu ruiseñor querido!
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