lunes, 15 de diciembre de 2008

Jackson Veyán y Telégrafos


José Jackson Veyán y Telégrafos.

Como ya señalamos , terminado sus estudios de grado la familia de Jackson Veyán decidió que éste debía dedicarse a estudiar Farmacia, a lo que él no estaba dispuesto ya que quería seguir sus aficiones literarias, pero al mismo tiempo era consciente, por la propia experiencia de su padre, que la vida del “teatro” era dura y era necesario entre tanto le llegará la “fama”, el asegurarse unos ingresos periódicos ( lo que por otro lado era habitual en aquella época en autores teatrales o libretistas, que eran también funcionarios, periodistas, médicos…). Así nos lo cuenta él. “Se anunció una convocatoria para telégrafos, y electrizada mi médula espinal con la perspectiva de seis mil realitos anuales, presenté mi solicitud, estudie como un animal, y el año 71 conseguí hacerme del Cuerpo, entrando como oficial segundo en el escalafón cerrado” (autobiografías de autores festivos contemporáneos).

José Jackson Veyán supero las pruebas de ingreso en el Cuerpo de Telégrafos e ingreso en el Cuerpo de Telégrafos el 11 de agosto de 1871 siendo su primer destino: Santander.

“Los diez y nueve cumplí:
El setenta y uno era
y telegrafista fui,
Santander fue la primera
estación que yo serví.

En la Corte un Marcelino
estudiaba sin desmayo,
y al cumplir con mi destino
pude seguir el camino
de aquel “Menéndez Pelayo”.

Aun recuerdo exactamente
lo que el telegrama urgente
del estudiante decía:
“Examen sobresaliente”
¡ya el niño sobresalía¡

El camino de su gloria
grabar pude en mi memoria
y esa es mi mayor conquista
¡No pudo un telegrafista
empezar mejor su historia¡
…/…

De tiempo primaverales
hoy mi alma el recuerdo evoca:
¡que bailes dominicales
y que batallas campales
En los “Salones de Toca”

Toca era nido de amores
y galantes acomodos
Yó en Toca , toque primores;
allí tocábamos todos,
la orquesta y los bailadores¡

…/…

A los tres años y pico
se me ocurrió hacerme rico
y de Santander me fui
en la Corte me mtía
á autor de genero Chico.

Volvería posteriormente a Santander en 1876 para hacerse cargo del Semáforo sito al lugar de Cueto, pero me dedicare otro día a contar esta interesante historia.

Durante la Tercera Guerra Carlista, y por restablecer el servicio telegráfico que había sido cortado por los sublevados fue propuesto para una medalla al merito militar, sin embargo el expediente no fue aprobado; él mismo se refiere a estas experiencias en Buñuelos de Viento donde se recoge una poesía leída en el Circulo Militar:
...Batirme no me batí;
pero yo en el Norte oí
el zumbar de los cañones,
y en Telégrafos serví
con don Domingo Morriones.

En mi destino oficial
recibí la orden formal
que á La Cuadra me enviaba:
en aquel punto se hallaba
todo el cuartel general.

Con asombro lo leí
Y á Somorrostro partí.
A La Cuadra destinarme,
.... ......
La Cuadra era un caserío,
Junto á una cima escarpada,
Y pasé una temporada de muy padre y señor mío.

Junto al manipulador
Tuve rasgos de valor,
Que algunos envidiaran
¡Las balas no llegarían,
pero el miedo, si señor!
....

Una vez en Madrid, procuro siempre destinos cercanos a la capital para así poder estar atentos a los estrenos teatrales de sus obras, y así en los alrededores de Madrid y en distintas épocas estuvo destinado en Vicálvaro (aproximadamente entre 1876-1878), en el Palacio del Pardo hacia 1881;  en Leganés ( 1882-1883), en Arganda del Rey, en Carabanchel Bajo, en Madrid Capital, pero también estuvo destinado en Pravia (Asturias), en Vilches (Jaén). Finalmente entre 1911 y 1914 fue Jefe de Telégrafos en Valladolid , para jubilarse como Inspector del Cuerpo de Telégrafos en Sevilla el 6 de julio de 1917 a los 65 años de edad, concediéndosele como recompensa a sus buenos y dilatados servicios los honores de Jefe Superior de la administración ( Gazeta de Madrid de 5 de julio de 1917).

Durante toda su vida llevo a gala la pertenecía al Cuerpo de Telégrafos participando anualmente en los banquetes aniversarios que se celebraban en el mismo, donde se instituyo como costumbre que los mismos terminaran con las famosas “quintillas” de Jackson, así como en cuantos banquetes se organizaban en honor de aquellos vinculados a Telégrafos; siendo en ocasiones el mismo objeto de homenajes como el que se hace eco la Revista de Telégrafos de 1 de diciembre de 1881, relatado como una comisión formada por miembros de distintas escalas de cuerpo se personan en el Pardo donde se encontraba destinado Jackson, a fin de hacerle entrega de un álbum encuadernado en su honor . Jackson Veyán fue durante años encargado de la Biblioteca de Telégrafos y participo en varias revistas profesionales.

Con ocasión de su jubilación , publico un pequeño libro de poemas “Mi despedida” donde encontramos los siguientes versos

Yo, jubilarme no me jubilo:
Telegrafista siempre seré,
y en donde vea yo entrar un hilo,
detrás del hilo me enhebraré.
Si es que por viejo de aquí me arrojan
porque no sirvo para Inspector,
¡ahí va mi Título!... ¡Que lo recojan
y que me nombren repartidor!
Así del cargo correspondiente
la humilde gorra usar podré.
¡Rayos de Júpiter omnipotente;
llevaros quiero sobre mi frente!
¡Sagrado emblema que tanto amé!.

No hay comentarios: